ANÁLISIS:
SUNSET BOULEVARD (1950)
Sunset
Boulevard es una película
estadounidense del año 1950 dirigida por Billy Wilder. Cuenta con William
Holden y Gloria Swanson como protagonistas, además de algunas apariciones de
personajes famosos de la época (Cecil B. DeMille, Hedda Hopper, Buster Keaton,
entre otros). Narra la historia de Joe Gillis, un joven guionista
desprestigiado y con poca suerte, que resulta involucrado y después asesinado
por la inestable y antiguamente famosa Norma Desmond, una actriz que vivió sus
días de gloria en el apogeo del cine mudo.
El tema principal de este filme gira en
torno a la industria cinematográfica estadounidense de la época; expone y lanza
críticas alrededor de Hollywood y el Star System, la manera como venden al
actor como un producto más, popular por un tiempo entre el público y olvidado y
desplazado con el avance de la industria; también se hace presente una crítica
a la situación de los guionistas en ese tiempo, muchas veces reemplazados al
igual que los actores.
El montaje se apega fielmente a la
estructura narrativa clásica del guión, por lo cual no representa gran innovación, en tanto que
sigue una línea argumental común del cine negro, donde el recurso por
excelencia es el flashback, que hace avanzar la historia en pos de la
resolución de un crimen; se encuentran, sin embargo, una especie de prefacio al
incio de la historia, y un epílogo al final, con lo cual se construye una
narrativa cíclica. Como otros recursos, encontramos la voz en off del personaje
que cuenta la historia: el propio Gillis (ahora un muerto) relata los hechos
utilizando la primera persona. También se observa gran variedad en los planos
utilizados y un ritmo lento, por la abundancia de detalles.
El paisaje sonoro de la película se
construye tanto con sonido diegético como extradiegético; adicional a los
diálogos, se encuentra el ocasional uso de la voz en off; la musicalización
contó con piezas originales, pero también con reconocidos temas musicales de
otros compositores, que orientaron la atmosfera hacia el misterio y el
sentimiento lúgubre.
Claudia Caliz